Colegio “Teodelina F. de Alvear”
HH Menesianos
Bv. San Diego 1056 – Villa Gdor. Gálvez (Santa Fe)
En el año 1909, en París, fallece la Sra. Teodelina Fernández de Alvear, quien había expresado la voluntad de que se levantase una escuela para los colonos de su tierra en el predio que poseía en Villa Diego.
Alrededor del año 1910 se comienza a construir el colegio al que luego se le anexa una hermosa capilla dedicada al “Sagrado Corazón de Jesús”. Los Alvear entregaron el colegio a los Padres Capuchinos, quienes llegaron el 24 de marzo de 1914.
El 7 de mayo de 1914 se inician las clases. Se impartía enseñanza hasta 4to. Grado.
El 25 de febrero de 1921, los herederos de la familia Alvear dispusieron hacer la donación a los Padres Capuchinos para el funcionamiento de una escuela de alumnos internos y externos que conservaría el nombre “Teodelina Fernández de Alvear” y por ningún motivo podría cambiarse.
El 23 de noviembre de 1953, por resolución oficial se funda el Establecimiento Privado Incorporado Nacional “Padres Capuchinos”.
Entre 1914 y 1966 fueron los Padres Capuchinos, fieles seguidores de San Francisco de Asís, quienes abrieron las puertas del colegio, a tantos niños ávidos de educación cristiana.
En el año 1967, dado que los Padres Capuchinos carecían de personal religioso, deciden dejar en manos de la Congregación de los Hermanos Menesianos la función educativa de los niveles Primario y Secundario.
A partir de 1967 y hasta la actualidad los Hermanos de la Instrucción Cristiana (Hermanos Menesianos) siguiendo las huellas de Juan María de la Mennais continúan educando integralmente a muchos niños y jóvenes de Villa Gobernador Gálvez y zonas aledañas.
La propuesta educativa menesiana es la formación integral de sus alumnos: “instruir, educar y evangelizar en un mismo acto y en una misma persona”, con el objetivo de formar ciudadanos- cristianos que se inserten en la sociedad como hombres y mujeres de bien deseosos de dar a conocer a Jesucristo a través de sus palabras y de sus actos.
PADRE FUNDADOR
“JUAN MARÍA DE LA MENNAIS”
Los ojos abiertos a más vida
Hablar de Juan María de la Mennais es hablar de un hombre de mirada dilatada. A lo ancho y a o profundo. Capaz de ver más cosas, pero, sobre todo, de verlas mejor. De perforar la realidad para descubrir en ella su sentido más hondo.
Donde los demás vemos jóvenes anónimos, acontecimientos opacos, carencias…, él descubría rostros vivos y corazones palpitantes en busca de una respuesta solidaria. Así anduvo por la vida: mirándola con los ojos permanentemente bien abiertos en cada esquina a la sorpresa de Dios, que llama y requiere, invita y gozosamente compromete. Y esa mirada estaba cargada de amor entrañable, de compasión enternecida.
Le dolían los niños y los jóvenes abandonados a su suerte, a quienes amaba apasionadamente. Se apasionaba por ellos, porque los percibía más frágiles y vulnerables, más inermes y desvalidos, las manos vacías, repletas solamente de futuro. Y en esta marcha de amor hacia los jóvenes, encontró el camino, pero no logró encontrar el dique o la frontera. Soñó la educación como el camino apto, mejor, más duradero para dotar a los jóvenes de un porvenir más cierto. Pero no quiso, ni supo, ni pudo poner filtros a aquella mirada penetrante que Dios le regaló para ver necesidades.
Donde nadie llegaba a educar cristianamente quiso que estuvieran sus hijos: en los pueblos más pequeños, en los países misioneros, en los campos de esclavos de los tiempos coloniales…
Hasta el extremo. Que nada hay demasiado duro, ni difícil, ni arriesgado para quien camina con DIOS SOLO.
(Hermano Josu F. Olabarrieta)