Lema 2024 : “A la escucha y en camino”.
Cada año la Familia Menesiana del Cono Sur renueva el deseo de caminar tras las huellas de Jesús procurando cultivar un rasgo de su propuesta de vida. Queremos ser así, imagen viva de Jesús entre los niños y jóvenes que nos son confiados.
Para este año 2024, los menesianos del Distrito Divina Providencia, en comunión con toda la Iglesia, nos sentimos invitados a vivir el seguimiento de Jesús desde la dimensión de la sinodalidad, expresión que le gusta mucho al Papa Francisco y que significa “camino conjunto”.
Asumimos la invitación de la Iglesia a hacer camino juntos y para esto, la escucha es el primer paso, ya que al tejer lazos de fraternidad nos proponemos acompañarnos desde una escucha atenta y respetuosa a cada persona, porque nos sentimos y experimentamos “todos hermanos” (Mt 23,8).
Construir la fraternidad al estilo de Jesús es tarea de todos. Cada ser humano posee en sí una riqueza invaluable y que, puesta al servicio de los otros, hace posible la construcción de una comunidad de “hermanos” donde todos aportamos y nos nutrimos de los dones de los demás. (Cfr. 1 Ped 4,10). Todos juntos, asumiendo la diversidad que caracteriza la vida de una comunidad, es posible descubrir y explorar nuevos caminos y alternativas para hacer de nuestro mundo un hogar para todos. (Cfr. TF n° 16-18)
Nuestro lema nos invita a trabajar sobre la escucha. Se trata de un elemento fundamental para que cada persona pueda compartir con libertad y respeto sus pensamientos, sentimientos, valores, búsquedas, ideales, sueños, convicciones, proyectos y la fe. También sus dudas, miedos, inseguridades, lo que le gusta y lo que no le gusta. Cada persona está llamada a sumar su belleza y armonía en la construcción de la fraternidad y también a acoger los aportes que vienen de las demás personas. Esto sólo es posible si nos escuchamos, pero ¿Cómo hacer vida este lema en nuestras comunidades educativas entre los estudiantes, los educadores y las familias? Les propongo tres orientaciones que nos pueden ayudar a crecer en la capacidad de la escucha sinodal.
En primer lugar, todos somos hermanos, tenemos la gran responsabilidad de asumir la escucha como una mediación clave para buscar y escoger juntos los mejores caminos que nos ayuden a crear y vivir en una verdadera cultura de la fraternidad y justicia social tal y como lo propone Jesús en el evangelio. ¿Qué espacios cuidar y fortalecer para propiciar la escucha?
En segundo lugar, todos debemos tener la oportunidad de poder expresarnos y ser escuchados; que la palabra de cada miembro de la comunidad, estudiante, educador, familias sea tenida en cuenta y valorada. De esta manera podemos todos acrecentar el sentido de pertenencia y sentirnos parte de un cuerpo que camina hacia la búsqueda del bien común.
Por último, atrevernos a tejer lazos de fraternidad incorporando las diferencias. Sabemos que no es una tarea sencilla escucharnos unos a otros, muchas veces algunos liderazgos acaparan en los grupos la palabra e intentan imponer sus convicciones y no dan lugar a escuchar otras voces. También sucede que a muchos les cuesta manifestar su palabra, ya sea por timidez o por comodidad, porque hablar compromete. ¿Qué hacer en tales casos? No debemos olvidarnos que todos somos responsables de construir un ambiente saludable y proactivo de escucha. Es necesario enmarcar bien las condiciones en las que se debe dar la escucha para que sea fructífera y así juntos lograr encontrar los caminos que nos conducen a crecer en la fraternidad y la solidaridad. Los espacios de escucha no pueden ser improvisados, sino que deben estar bien preparados para que todos nos encontremos predispuestos a colaborar en la construcción de un proyecto común.
El lema “A la escucha y en camino” nos abre las puertas para descubrir y apreciar la belleza de experimentarnos “todos hermanos”, para vivir el lema 2024, nos viene bien recordar la invitación de nuestro padre fundador Juan María de La Mennais a los primeros Hermanos: “Estrechemos cada vez más los lazos que nos unen” (S VII)
Mirando el logo.
En Primer lugar, las personas. Sobresalen en la esfera. Están relacionadas entre sí, ubicadas en modo semicircular, en actitud de escucha, buscando juntas el camino a seguir en modo sinodal. Cada persona, está en movimiento y tiene su propia identidad caracterizada por un color bien destacado y diferenciado. Cada ser humano es distinto al resto, posé una belleza única, que ninguna otra persona puede aportar a la vida de la comunidad. Desde la riqueza de la diversidad se construyen las relaciones fraternas, caminando juntos, codo a codo nos vamos haciendo todos hermanos.
En segundo lugar, el camino. Un camino que hay que descubrir y andar junto a otros. Un camino que nos lanza al mundo, a la sociedad, que nos saca de nuestras zonas de confort y nos envía en misión. Este camino está trazado sobre la cruz de Jesús y Dios Solo es el norte. Se trata de una invitación a recorrer la senda de la fraternidad desde los valores que propone la persona de Jesús, cultivando sus mismas actitudes, tratando a los demás como Él las tratabas; procurando ser sus auténticas discípulas y discípulos constructores de un mundo de hermanos. Hacer camino junto a otros es reconocer que todas las personas tienen algo para aportar y todas las personas son enriquecidas con los dones de los demás.
“A la Escucha y en camino”, es la invitación que Jesús hace este año a la Familia Menesiana del Cono Sur para construir verdaderas comunidades de hermanos testigos del reino de Dios.
Hno. Carlos Lovatto, Visitador.
Lemas de años anteriores: